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FUERZA y CONTINUIDAD
Pensar la fuerza como un continuo: ¿qué novedades nos aporta?
El cuerpo entiende y experimenta la fuerza de un modo distinto al que solemos imaginar.
La noción de que la fuerza reside en el músculo como algo que se «contiene» pierde sentido, porque contener implica detener. Y cuando hay contención, lo que se manifiesta no es fuerza, sino tensión.
Podemos observar esta diferencia al comparar a un deportista cuyos movimientos son fluidos con otro cuyos gestos son entrecortados. En el primero, la fuerza fluye; en el segundo, en cambio vemos a alguien que «hace fuerza».
Cuando la fuerza continúa, se desarrolla. Entonces, ¿qué cualidad hace falta para que eso ocurra?
Disponibilidad.
¿Disponibilidad de qué?
De los tejidos.
¿Y cómo se logra?
Responder a eso de forma general sería pretencioso, porque no hay un único «cómo» que nos sirva a todos. Pero sí hay una lógica común que nos atraviesa: la relajación.
El estado de relajación permite al cuerpo hacer lo que mejor sabe hacer: organizar sus tejidos.